La opción fundamental es lo más profundo a la hora de querer seguir a Jesús...
Seguir a Jesús con radicalidad hoy es hacer presente en nuestra historia el estilo de vida de Jesús de Nazaret; es hacer llegar al hombre de hoy la manera de pensar, de sentir, de hablar, de actuar, de amar, de ser...de Jesús. Y hacerlo con la pureza y transparencia que crea la vivencia del Evangelio. Es un reto, un desafío. Es una pasión.
Pero hay una cuestión fundamental a la hora de decidirse por Jesús, por la vida religiosa. No se dan pasos para probar a ver si resulta. No se dan pasos para experimentar a ver si me gusta o no. No se dan pasos para huir de otras situaciones que no llenan la vida. No se dan pasos con condiciones, con cálculos, con un límite en la entrega. No se dan pasos con miedo a lo definitivo, a lo Absoluto, al compromiso para siempre, a la opción hasta las últimas consecuencias. Abrazar hoy la vida religiosa como expresión de un compromiso radical con Jesús y su Evangelio supone seriedad, responsabilidad. Supone fidelidad, tenacidad, aguante, resistencia. Porque no se trata de dar el paso desde mis limitaciones, sino desde la fe en Jesús. Y con seguridad que Jesús no pide nada sin antes dar su gracia para que pueda llevarlo hasta el final.
El problema, la cuestión, radica en la "actitud interior". En esa manera de encajar la vida cuando me siento vocacionado haciendo de Dios el Centro, el Único, el Absoluto, el Totalmente otro. Se trata de acercarme al Amor, desde mi desamor; a la fidelidad, desde mi debilidad; a la Verdad, desde mi confusión; a la Libertad, desde mis esclavitudes; a la Vida, desde mis experiencias de muerte. Se trata, en el fondo, de hacer "una opción" que dé sentido pleno a mi vida; una opción que oriente definitivamente mi vida; una opción que me lleve a dejar libremente la posibilidad de andar por otros caminos. Se trata de hacer una "opción fundamental". Se trata de asumir un plan de vida que Dios me ofrece, un proyecto de vida que Dios pone en mis manos, una voluntad de Dios que se expresa en algo concreto para mí. La opción que yo haga es excluyente. Deja otras cosas por lo que libremente he escogido. ¡Libremente y desde el amor!
Aquí está lo básico, lo profundo, lo radical y decisivo de la vocación. Si yo no hago una opción fundamental por Dios, como el sentido definitivo y último de mi vida, un buen día el seguimiento de Jesús se me presentará como algo de lo que puede cambiar sin mayor problema. Si acepto a Dios en Jesús como el VALOR fundamental de mi existencia, entonces tengo que ser coherente con el estilo de vida que lleve. Dios no se conjuga con el dinero. Dios no se casa con el placer sin más. Dios no se da la mano con el poder. Dios no se alía con el parecer, con la máscara, con lo superficial. Dios, la belleza plena, no se arrima a lo sucio, a lo feo. Dios es Dios y la aceptación de Dios en la vida hace que sea Él el Centro. La opción fundamental es lo más profundo a la hora de querer seguir a Jesús. Es el "venderlo todo" para comprar el Tesoro escondido en el campo. Venderlo, por la alegría que da el poseer ese Tesoro, que es Jesús.
Y TÚ, ¿QUÉ PIENSAS?
¿Has hecho opciones fundamentales en tu vida? ¿De qué tipo?
Qué contestarías a una joven que un día escribió lo siguiente: "Con ocasión de unos exámenes, pedí a Jesús que me ayudara... Me reprobaron. Desde entonces, Jesucristo ya no es nada para mí. Si Jesús existiera, me habría ayudado. Esta habría sido la demostración. Ahora me encuentro en el vacío".